- Editorial:
- GAMBIRAZIO EDICIONES
- Materia
- Poesía peruana
- ISBN:
- 978-612-50-4723-6
- Páginas:
- 176
- Encuadernación:
- Rústica
JAQUE PERPETUO
MARTOS, MARCO
Rubén Fine llama al ajedrez «xilotismo» o atracción por la madera. Los jugadores permanecen durante hora socializando de manera silenciosa, sentados frente a frente, tendiendo un tablero de 64 casillas y 32 fichas que se mueven enfrentándose, con dos colores distintivos, el blanco y el negro. Cuando la afición va aumentando, los aficionados se reúnen en clubes casi siempre exclusivos, pues solo están destinados a jugar con los trebejos. Cuando la afición es mayor, los devotos de Caissa, la diosa del juego, participan de lo que se llama torneos, enfrentamientos entre jugadores de similar fuerza. Los mejores llega a representar a su país en competencias internacionales y unos cuantos llegan a la élite mundial.
Marco Martos es, durante toda su vida, un fanático del ajedrez que dedicó mucho tiempo a estudiar el juego y fue representante del Perú en competencia internacionales entre 1961 y 1963, además de obtener victorias contra jugadores de fuste peruanos, como Orester Rodríguez, Óscar Quiñones, Carlos Espinoza. Pero el llamado de la poesía fue muy poderoso y dejó el ajedrez de competencia, sin perder su profunda afición. Este libro es muestra del amor al ajedrez de un poeta notable, quien piensa que «ajedrez y poesía son porciones de una divina matemática y una divina gramática, la exactitud del orden de las jugadas y la exactitud del orden de las palabras».
El ajedrez ha llamado siempre la atención a los escritores y existen novelas muy hermosas, como las de Nabokov, Zweig, Pérez Reverte, pero no ha habido un libro entero de poemas dedicado al noble juego. Por estas páginas desfilan muchos de los ajedrecistatas conocidos en todo el mundo, desde Philidor, hasta Kasparov, pasando por José Raúl Capablanca y Alejandro Alekhine. Entre los peruanos, figuran Felipe Pinzón, Julio Súmar, Margarita Guerra, Pedro García Toledo. Este es un libro para admirar los versos bien hechos, rítmicos, y para llevar a quien lo lea a adentrarse en el ajedrez.